Por. Jeniffe Carrizales
La historia de la humanidad se ha
caracterizado por rasgos o elementos particulares que definen las bases de su
organización social, su comportamiento humano y la forma como las instituciones responden y se
organizan a su entorno.
Estos elementos marcan de algún modo
épocas históricas. Así como la imprenta, la máquina a vapor marcaron una época, de la
misma manera las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han
marcado una nueva forma de organizarse, comunicarse, relacionarse, trabajar, investigar,
producir conocimiento, divertirse, etc.
El uso
intensivo de las TIC y por ende el acceso a la información genera una mutación
de los sistemas de producción, la organización del trabajo y las pautas del
consumo cuyos efectos pueden ser comparables a los de la primera revolución
industrial.
Nuevos son los
tiempos, nuevas son las exigencias a partir de este “nuevo orden social” que
nos plantea el uso de las TIC.
Berrizbeitia (2005) nos ilustra sobre este contexto afirmando que “…las
tecnologías, en especial las telecomunicaciones y la informática, se asomaban
como elementos que podrían variar el entorno de los ciudadanos, pudiendo llegar
a condicionar el comportamiento de comunidades, gobiernos y mercados.
Nada es menos
cierto. “El ahora es mañana” como dice el cantautor español Sabina, en una de sus canciones. Estos cambios producto
del uso de las TIC que fue profetizado por varios visionarios nos presentaban
un futuro que tardaría en llegar, y que
ahora que lo tenemos, aún en algunos países no se ha asimilado del todo.
La importancia
de las TIC no es la tecnología en si misma, sino el hecho de que permita el
acceso a la información, al conocimiento
y las comunicaciones, elementos cada vez
más importantes en la interacción económica y social de los tiempos actuales.
Esta situación
es indetenible; al parecer inevitable. Algunas sociedades como las de Europa y
de Norte América, han asumido estos cambios apropiándose de este vital recurso
tecnológico, sin embargo algunos investigadores como Levis (2006), Ambrosi y
otros (2005) mantienen posturas escépticas sobre la importancia de las TIC,
diciendo que tal importancia ha sido impuesta
por grupos hegemónicos y que ha sido promovida principalmente por organismos y
foros multilaterales como la UNESCO, UIT, BID, OCDE, etc. y por grandes
corporaciones comerciales con apoyo de los gobiernos y de los medios de
comunicación.
Habría que
preguntarse si el uso de las TIC y su propagación más que liberación promueven
una nueva manera de dominación de los países productores de tecnología (Japón, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos,
Francia, Rusia, Canadá, Italia) sobre los países consumidores de tecnología
(Bolivia, Guatemala, Perú, Venezuela, entre otros).
Esta nueva sociedad
que se está desarrollando donde el uso de las TIC, el flujo y el procesamiento de
la información son sus principales características ha sido denominada por
varios autores y organismos multilaterales como: Sociedad de la Información
(SI) y/o Sociedad del Conocimiento (SC).
Wainer (citado
en Levis, 2004) creador de la cibernética, hace más de 50 años anunciaba el
advenimiento de una SI cuya base organizativa, imaginaba era la circulación sin
trabas de la información, a la que consideraba como una nueva materia prima. Tanto Wainer y Masuda (citados en Levis,
2004) visionaban la SI como una sociedad de libertades e igualdad de
oportunidades, sin clases sociales, en donde florecería la creatividad
cognoscitiva individual.
La información
y su procesamiento pasó a ser el “la
nueva gallinita de los huevos de oro” y la columna vertebral de estas
nuevas sociedades y nuevos modelos de desarrollo, su importancia en los
sistemas de producción se compara según Ambrosi y otros (2005) con el agua y la
energía, donde se dio paso de Sociedades Agrícolas a Sociedades Industriales.
Así pues, la SI
es definida por la Comunidad Europea (1997) como aquella que actualmente se
desarrolla, en la cual las tecnologías poco costosas de almacenaje y de
transmisión de información y de datos son accesibles a todos. Esta generalización de la utilización de
información y de datos está acompañada de innovaciones organizacionales,
comerciales, sociales y jurídicas que cambiarían en profundidad la vida, tanto
en el mundo del trabajo como en la sociedad en general.
No obstante a
pesar de la caracterización de la SI citada de Wainer, Masuda y la definición
de la Comunidad Europea, sobre las bondades de este nuevo modelo de
organización social, es contradictorio a las pretensiones de los países productores
de tecnología que veían el control de la información como vía para nuevos
proyectos mercantilistas.
El modelo de
desarrollo basado en el consumo de la energía se estaba agotando, las nuevas posibilidades de desarrollo económico y la subsistencia
del sistema imperante apostaban a una nueva manera de explotación del mercado: La información. Así
entonces se inicia la populurarización, mercadeo o venta de un nuevo modelo de
sociedad llamado Post industrial, Sociedad de la Información y/o Sociedad del
Conocimiento con la promesa de que el desarrollo económico y social sería
su principales característica.
A partir de allí
se genera toda una inversión propagandística y mediática sobre esta nueva
sociedad que se estaba generando. En los años 1970 es cuando la verdadera revolución informática era
proyectada desde los Estados Unidos. El uso de las TIC en las Universidades
Californianas de Stanford y Berkeley marcó el inicio para que la computadora
pase de ser vista como amenaza de las libertades a verse como herramienta de liberación y comunicación.
Esto se expresa
claramente en el plan propuesto por el Vicepresidente Al Gore (1994); en el
gobierno del Presidente Bill Clinton (1992-2000) de los EEUU, llamado Infraestructura Global de Información,
con el cual se pretendía crear redes de inteligencia distribuida que
proporcionaría un crecimiento económico, el fortalecimiento de la democracia,
una mejora en el tratamiento de la salud y soluciones a los desafíos
ambientales, globales y locales, todo esto conducido por inversores privados.
Los sueños de investigadores de la construcción de una
“verdadera sociedad” sustentada en valores democráticos, de igualdad e
inclusión se limitó sólo a buenos
deseos… La ambición de supremacía social y los intereses de los grandes centros
de poder económico por mantener el poder hegemónico seguían expresados en éste y
nuevo y mesiánico modelo de organización
social que se promocionaba.
A pesar de las pretensiones capitalistas
de los países productores de tecnología en privatizar la información, éstas se
veían en cierta formas, obstaculizadas por movimientos sociales, culturales,
academicistas y científicos sociales o pensadores sociales, que alertaban sobre
el fin meramente mercantilista de la información dejando de ser un bien
público. Un ejemplo de estos movimientos
lo representaba la comunidad “Hacker” quienes nacieron en contraposición a las posturas
conservadoras y hegemónicas de los EEUU y Europa. Los Hacker defendían la idea de que la
información y los detalles de los sistemas de programación informática debían ser
compartidos, en correlación a lo planteado en su momento y con mucha
anterioridad por Wainer y Masuda (citado
en Levis, 2004).
En la Cumbre Mundial de la Sociedad
de la Información (CMSI) convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
y organizada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) (2003) se presenta
la información como un asunto de infraestructuras y de técnicas y sin embargo
desde sus espacios surgieron también nuevas interrogantes sobre el cambio
mundial de la sociedad con respecto al uso de las TIC y la información. Pese a los principios con contenido social que
se pretendían expresar en esta CMSI, quedaban al descubierto con mayor claridad
posturas estadounidenses y europeas con intereses meramente económico-empresariales
que se escondían en un “modelo de SI o SC”.
Mientras los organismos
multilaterales como la UNESCO manifestaba sobre la necesidad y la
democratización del acceso de la información para el desarrollo de los pueblos,
en la segunda CMSI de Ginebra en el 2005
se debatían temas como: propiedad intelectual y la gobernabilidad de Internet.
Países como los EEUU bloqueaban y postergaban la posibilidad, importancia y avance
sobre estos temas.
Homogenizar al mundo bajo los “beneficios”
atribuidos al nuevo modelo de sociedad eran los objetivos de algunos países de
Europa y los EEUU. Tales promesas son
encontradas en la Web oficial de la UIT:
“El mundo moderno está experimentando una transformación fundamental a
medida que la sociedad industrial que marcó el siglo XX va a la deriva a gran velocidad hacia la
Sociedad de la Información del siglo XXI.
Este proceso dinámico anuncia un cambio fundamental en todos los
aspectos de nuestras vidas, incluyendo la difusión de los conocimientos, el
comportamiento social, las prácticas económicas y empresariales, el compromiso político,
los medios de comunicación, la educación y la salud, el ocio y el
entretenimiento. Nos encontramos sin duda en medio de una gran revolución, tal
vez la mayor que la humanidad haya experimentado. Con el fin de poder beneficiar a toda la
comunidad, el crecimiento exitoso y continuo de esta nueva dinámica requiere
una discusión a nivel mundial”
Estas transformaciones descritas en
la Web de la UIT sobre el “bienestar social” que originaria la transición a la
nueva sociedad (SI o SC) causa muchas contradicciones. La desigualdad social,
brecha digital, analfabetismo, pobreza, crisis financiera, etc., seguían
estando presente en estas sociedades. Quedaba
en evidencia que el interés de estos organismos y países productores de tecnología,
no respondían a valores relacionados con
la búsqueda de la libertad, democracia,
solidaridad e igualdad. Las acciones
y posiciones de estos países y organismos multilaterales dejaban ver oscuras
presunciones a través de la promoción de estas nuevas sociedades (SI o SC).
A pesar de esto, diversos grupos,
organizaciones de acción mundial, regional y local de países productores y no
productores de tecnología con pensamiento humanista y progresista, se han dado
a la tarea de abrir debates sobre el cuestionamiento de estos enfoques únicos
de sociedad. Existe una franca resistencia
a la lógica mercantil por encima de la salud, la cultura, el medio ambiente y
el desarrollo en general. Se sigue
luchando porque el interés común no este
subordinado al dogma que según el cual nada debe trabar el intercambio
mercantil, que siempre que sea “libre” seria la fuente fundamental de
crecimiento y bienestar. Ambrosi y otros
(2005).
Ahora bien, el problema no radica en
el uso de las TIC, ni en el vértigo que produce tanta información en los países
consumidores de tecnología, tal vez sea la promoción e imposición de un nuevo
modelo de desarrollo económico en contextos sociales y económicos diferentes. Modelo
de desarrollo que para muchos responde al continuismo del poder hegemónico que
poco se corresponde a las necesidades e intereses reales de los pueblos
consumidores de tecnología. ¿Qué hacer?
Continuara....`....
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